El 1 de enero comienza de manera oficial el año, pero de manera tradicional el año empieza después de Reyes, cuando se inicia el curso escolar,
Y antes de este día de Reyes, organizamos, regalamos o tiramos muchas cosas, pero también nos sirve para ordenar ideas y sentimientos y yo en mi caso y ante el incipiente comienzo del curso escolar para decir ¡ADIOS, HASTA SIEMPRE!
Después de 35 años no me prepararé para ir al Colegio Nuryana, en la que ha sido y considero mi casa, donde he desarrollado toda una vida dedicada al baloncesto y a otras labores dentro del Centro.
Toca ahora encontrar, preparar y vivir otras experiencias laborales.
En este tiempo he tomado cientos de decisiones y deseo pedir disculpas por si algunas de ellas les haya podido crear disgusto o malestar, el deporte es sentimiento y en ocasiones causa más pena, una decisión no acertada, que una mala nota en matemáticas, tanto a las familias como a los jugadores.
Quiero dar las GRACIAS a Clímaco, Alma Mater del Nuryana, que desde el primer momento me dió toda su confianza y que continuó con David, actual director, para hacer que el baloncesto en el colegio fuera parte esencial del mismo y que el nombre de NURYANA lo pudiéramos pasear por toda Canarias y la Península y que tenga el reconocimiento y prestigio de ser uno de los colegios con un mejor programa para la Enseñanza del Baloncesto.
Nuestro club de baloncesto vive y es parte esencial del Colegio Nuryana, sin éste no podría existir.
Gracias a los cientos de entrenadores que han pasado por nuestros equipos.
Mi deseo, que a los jugadores, que han formado nuestros equipos, les haya servido como una experiencia de vida donde prima antes los valores adquiridos que el ganar partidos.
Mi respeto a todas las familias por el tiempo y dedicación a sus hijos.
Y no quiero dejar de tener muy presente a todos los que han sido mis compañeros en el colegio, en todos los estamentos del mismo y que sí me apoyaron y entendieron que el baloncesto era una parte importante en la formación del alumno en cuanto a complementar la educación tradicional, con la aportación de valores que le darían una formación más integral.
De todos estos grupos nacieron y se mantienen verdaderas amistades. Es lo que persiste, junto con las experiencias vividas, el resto se va diluyendo en la memoria, pero permanece en el Alma y en el Corazón tal y como me sucede a mi en estos momentos desde aquel año 1985 que mi padre le dijo a Clímaco que tenía un hijo que jugaba a baloncesto y éste le dijo: …» pues dile que suba «— y subí por primera vez al COLEGIO NURYANA y …
¡Gracias infinitas y hasta siempre!